lunes, 3 de diciembre de 2007

La chica del mostrador

Aquella tarde llevaba un jersey de lana rojo. Y seguía igual de guapa.
Eran muchas la tardes ya que la había visto y muchas también sus
ropas Me acordaba perfectamente de cada uno de sus jerseys, camisas, camisetas, tops... Los pantalone no, porque nunca llegaba a verlos.

Recuerdo la primera vez que entré en la panadería. Salía de la estación del tren con un hambre terrible y descubrí una tiendecita pequeña que nunca había visto. Se me reveló como ese ángel brillante que se les debe aparecer a los mendigos en momentos de máxima necesidad ofreciéndoles un buen bocadillo o una buena limosna. Entré a ver qué podía comprar; dentro me esperaba un ángel de verdad. Aquella mujer... tardes y tardes en el autobús me tuvo pensando en ella. Llevaba el pelo rubio brillante en una coleta, un jersey marrón y una cara espléndida. En realidad lucía muy despreocupada y cansada, pero a mí me pareció más guapa que ninguna de ésas que salen por la tele. Ella me preguntó que si yo quería algo después de un rato; yo me había quedado embobado y dije que no, que sólo estaba mirando. Al cabo de un rato me decidí y ella me dijo muchas gracias aquí tiene usted y yo me fui.

Ay, quién me iba a decir que iba a suspirar por ella todos los días hasta hoy cuando ya no hay remedio. ¡Ay del día que llevaba aquella camiseta tan ceñida! ¡Y del día que comenzó la primavera y dejó ver la luz a sus pechos a través de sus camisetas! ¡Qué locura! Como he llegado a perder la cabeza. Me la he imaginado y mucho, siempre de cintura para arriba, claro, pero aún así perfecta. Me la he imaginado tan bien que hasta un día la toqué un pecho y ella, lejos de darme una bofetada o algo por el estilo, sonrió complacida. Ella tenía la culpa por mostrar sus pechos cual madre protectora que no ha sacado a su hijo durante todo el invierno y lo luce con orgullo en verano.

Pues así he perdido yo la cabeza. Nuestra relación era efímera como una estrella fugaz. Nuestro diálogo un “hola”, “aquí tienes”, “gracias”, “adiós” y una sonrisa...¡Esa sonrisa maldita! Nuestro contacto poco más que un rozar de manos al darme el cambio. Poco más ¡ja! Un roce de manos es para alguien que no sabe apreciar más allá, el contacto con su piel me hacía levitar, me ponía la piel de gallina, me quedaba totalmente anonadado. No era un roce de pieles, era más que eso. Era un segundo que se detenía y crecía hasta hacerse mayor y convertirse en un siglo o un era; como esa caricia suave y cariñosa que necesitas después del día de trabajo bajo la que te refugias y encuentras el calor y el amor necesario para seguir adelante otro día y otro día.

Maldito aquel día en que yo, con mi sonrisa en los labios y el corazón en mis manos, me dirigía como todos a la tienda, la tienda de mis pasiones más íntimas; en ella ya no compraba cosas materiales para comer, en ella alimentaba mi corazón y mi cerebro con esos sentimientos que jamás he vuelto a sentir. Aquella tarde entré en la tienda y una voz muy desconocida me saludó “Hola”

Levanté la vista. Creí estar en una especie de mal sueño. ¿Que habían hecho con mi panadería? ¿Y con su mujer? La tienda ahora era un vulgar “Frutos secos” con unos dependientes asiáticos. Respondí de forma tajante que no, que no quería nada y me fui entre furioso y entristecido. Furioso por que ella no me había dicho nada, se había ido sin más. Me sentí traicionado, insultado, burlado...y triste, muy triste... ¿La volvería a ver?

Hasta hoy no se ha dado el caso pero nunca pierdo la esperanza de encontrarla en el tren. Siempre que monto no paro de recorrerlo de una punta a otra a ver si la encuentro. Y aquí sigo hoy escribiendo para no olvidarla, supongo que es una forma de recordarla y decirla, si lo lee, que no la olvido que siempre será mi chica del mostrador.

martes, 27 de noviembre de 2007

El asombroso cuento de la Revolución de las Vocales

Érase una vez un país en el que vivían unas señoras muy peculiares. Éstas hacían llamarse las “Vocales”, y se diferenciaban del resto del mundo (o alfabeto) porque ellas hablaban sin necesidad de usar los dientes ni la lengua, simplemente con los labios. En un principio existían estados independientes de cada una de ellas, es decir, estaba el de la “A”, el de la “E” etc. Sin embargo, sus problemas con el resto de los 24 estados les hicieron unirse en el País de las vocales ya que, debido a sus diferencias, los demás se burlaban de ellas y las consideraban inferiores. La unión de los estados vocales, enfureció aún más a los consonantes, que pusieron más trabas y complicaciones a éste nuevo país.

Así las vocales un día decidieron rebelarse. Primero pensaron que lo mejor que podían hacer era descolocarse para desconcertar a los hablantes, sin embargo, esto, pensaron, no iba a solucionar nada, y además ellos no tenían nada que ver. Así que decidieron rebelarse contra los países que les hacían la vida imposible.

-E a a eea eo aao –Declaró la “E”, lo que quería decir: “Se van a enterar esos malvados”

-I- Exclamó la I (pero sin exclamaciones, pues estas eran siervas de las consonantes), que solo sabía decir su nombre, pero que suponemos querría decir “Sí”

Las vocales se dirigieron hacía el país de la “Che”, que era la jefa suprema de las consonantes, y le expusieron sus condiciones.

-¡CH ,CH, CH! – Se rió la “Che”

-O e ia ue, eaas eaaioe eeao uo a ooa- Dijo la “A”, lo que quería decir: “No se ría usted, esclavas exclamaciones rebelaos junto a nosotras”

Y así junto a las exclamaciones las vocales consiguieron eliminar a la “Che”. Nadie salió herido excepto la “O” que pasó de ser una pelota a ser una rosquilla.

-¡Ie oaea iiaoo a ai e a ee! – Exclamó la “U”, ahora si con exclamaciones, con lo que quiso decir: “Bien compañeras, dirijámonos al país de la LL”

Y las vocales junto a las exclamaciones fueron al país de la “elle” que era la segunda consonante más poderosa. Al exponerle sus condiciones la elle Dijo:

-¿LL? - O sea: “¿Por qué he de aceptar vuestras exigencias?”

-oe i o e aeo o io e a a e- Dijo la “O”, o lo que es lo mismo “Porque si no te haremos lo mismo que a la Che”

-LL, LL, LL- Se volvió a reír la LL

-oaea ieoaioe uio a ooa- Dijo la “E” (“Compañeras interrogaciones uníos a nosotras”)

Y las vocales junto a las interrogaciones eliminaron a la LL, sin incidentes excepto para la I que pasó de ser un palo a tener cuerpo y cabeza.

La desaparición de las consonantes más importantes del abecedario corrió por todos los países consonantes, que temerosos, se apresuraron a negociar con las vocales. Así pues firmaron la paz y las vocales volvieron a disfrutar de placeres como fumarse una buena tilde o comerse un par de diéresis.

Desde aquel día el abecedario vive tranquilo, porque quedó unido y se pudieron mezclar todas las letras, que formaron palabras, y los signos, y la pobre I pudo dejar de decir solo su nombre para a través de su cabeza decir grandes palabras junto a otras vocales como intríngulis, o iniciativa. Así el abecedario convivió feliz, las consonantes con las vocales, y las vocales con las consonantes, e incluso con las letras de las islas perdidas como la “Ç”, pese a que algún signo de puntuación malvado quisiera poner fronteras entre palabras y palabras.


"A veces las revoluciones cambian el mundo..."

viernes, 23 de noviembre de 2007

Sol

Sol había estado enamorado de Luna desde que él recordaba. Cuando era pequeño, le habían hablado de una niña muy vergonzosa que se iba cuando él salía. Desde aquella misteriosa presentación Sol no había dejado de pensar en su querida desconocida.



Mientras crecía le fueron encomendados sus deberes:
"Serás siempre igual, y cuida de dar más calor en verano que en invierno, entre éstas dos estaciones serás libre de hacer lo que quieras"Así Sol se juntó con las nubes que, de vez en cuando, le rodeaban para contarle nuevas de sitios lejanos.

Un día Sol volvía para casa cuando la vio, o al menos una parte de ella. Sí que estaba contento, había conseguido ver a su amada. Desde entonces descuidó mucho sus tareas pues sólo pensaba en una cosa. Sin embargo, nunca se atrevía a esperarla pues le daba vergüenza, vaya ¡se habían cambiado las tornas!. Por esto, cuando ella salía él la miraba escondido tras las montañas, y después se iba sin hacer ruido.
Los hombres del tiempo andaban locos por aquel entonces, y más cuando las nubes se reunían muy a menudo con sol para contarle cosas de Luna. Pero Sol, no podía aguantar más, necesitaba estar con ella, besarla, abrazarla pero su timidez...
-¡Maldita sea mi timidez!

En esos días, las nubes sirvieron de hombro de apoyo para el pobre muchacho que no paraba de llorar.
En la Tierra se vivieron días de auténtico terror ante las incensantes lluvias torrenciales.

Por fin, en una ocasión, se acercaron unas estrellas amigas de Luna para contarle que ella también lo quería, pero que él parecía huir de ella.
-¿Tan tímido eres? -Preguntó una.
-No...bueno es que no puedo evitarlo...
-Pues Luna dijo que la semana que viene podéis veros antes de que te vayas...
Sol aceptó, claro, pero en esos días rozó el ataque de nervios.
En la Tierra no se habían vivido tiempos de tantísimo calor, "¡El tiempo está loco!" decían unos; "¡El cambio climático!" decían otros.


Llegó el día señalado, Sol se puso lo más elegante posible. Luna apareció doblando la esquina con su vestido de seda más precioso. No hicieron falta palabras. Se acercaron poco a poco y acabaron fundidos en un caluroso beso.
-¡Un eclipse! - Gritaba algún ingenio en la Tierra. ¡Qué manía con ponerle nombres al amor!
Porque aquello fue eso simplemente. La máxima expresión de un amor durante tiempo retenido.
Al terminar, Luna tuvo que partir.
-¿Por qué? - Preguntó Sol entristecido
-Mi sol, ambos tenemos obligaciones que atender...no es posible...
-Pero, yo, sin tí... me apagaré
-No. Yo me apagaré pues yo vivo de tu luz - Sonrió Luna
Entonces Sol comprendió.
-Nos veremos dentro de muchos años, mi Sol. Y con un último beso Luna se despidió. Con alguna lágrima recorriendole la cara Sol alcanzó a gritar:
-¡Te prometo que ninguna noche dejaré de darte luz y calor!
Y con una sonrisa en los labios, Luna desapareció.

Desde entonces Sol vive como puede, algunos días se derrumba y llama a las nubes para desahogarse, pero es fuerte y espera por siempre el día que, cada "muchos años", vuelva a verse con Luna.


Para mi lunita, ¡te kiero princesa! :*

jueves, 22 de noviembre de 2007

¡Qué ser! (relato)

Bueno me animo, después de hacer El desinformativo, a abrir éste blog para poner esos textos que no son una crítica a las noticias que se me van ocurriendo de vez en cuando. El primero de todos estos y a modo de inauguración se titula: ¡Qué ser!, que lo disfruten ;)

Estoy indignado con ese ser que se hace llamar “perro”, o can como prefieren que se les llame los más finos, ¡qué ser! Estos seres inmundos no se inmutan ante nada. No se inmutan ante el creciente adelante tecnológico, no se preocupan por la economía de su país, ni por el gobierno que les gobierna también a ellos, ni por el cambio climático que les hace sacar la lengua en verano y sin embargo ¡están tan tranquilos!

El otro día estaba con mi ordenador cuando me dio un tremendo error. Blasfemé, golpeé y me transformé en un gran monstruo. Dirigí mi vista hacia atrás y mi perro me miró con gesto de indiferencia y volvió a recostarse a seguir su placentera siesta. No tienen ni idea de lo importante que son estos trastos.

También, mientras leía la prensa, me indignaba, me encendía un cigarro, blasfemaba golpeaba… me miraba mi perro indiferente y volvía a recostarse para su siesta. No tiene ni idea de cómo está el país.

Cuando cociné a contrarreloj para mi novia, me estresé, se me cayó el aceite encima de la camisa nueva y el pollo salió corriendo envuelto en llamas. Blasfemé, golpeé y mi perro seguía tan indiferente que volvió a recostarse para su siesta. No tiene ni idea de las complejidades de las relaciones humanas.

Finalmente, un día entré en casa leyendo una carta del banco: estaba en números rojos. Rompí la carta, blasfemé, golpeé…e incluso lloré: estaba arruinado. ¡Y el maldito animal tan impasible dispuesto a seguir su incesante sueño! ¿Es que acaso no comprendía la importancia del dinero? ¿Era capaz de vivir tan tranquilamente sin novia, sin tecnología, sin las grandes preocupaciones?

En fin, que, como les decía, odio a los perros.